Seguramente el nombre de Francisco Carreño es totalmente desconocido para quien esta leyendo esta efeméride. Pero ya que recordamos nombres de militares asesinos, y políticos acomodaticios, podemos empezar a conocer los nombres de aquellxs anónimos luchadorxs que han precedido las batallas actuales.
Carreño fue un anarquista internacionalista que vivió sus días con la certeza de que solo dando todo de cada unx de nosotrxs, la revolución social sería posible en el corto plazo.
Oriundo de Bilbao, con veintidos años emigra al Rio de la Plata junto a miles de obrerxs necesitadxs de trabajo. Apenas asentado en Montevideo se involucra en la lucha gremial y en 1919 es designado secretario general de la Federación Obrera Regional Uruguaya de tendencia anarquista. Tras ser apresado se traslada a Buenos Aires donde participa en aguerridas huelgas obreras y sostiene una dura huelga de hambre en las cárceles porteñas.
Desde 1924 regresa a Montevideo donde se destaca como secretario general del Sindicato Único del Automóvil. El ambiente estaba signado por la violencia, desde el poder, desde las sociedades obreras y desde los grupos de acción anarquistas. La relación entre las sociedades obreras y los grupos de acción era tensa, y Carreño parece haber ejercido un rol articulador entre la militancia gremial desde el aguerrido sindicato del automóvil y las acciones armadas de los grupos de acción.
Su aguerrida lucha revolucionaria no se detendrá tras el golpe de Estado de 1933 sosteniendo la propaganda clandestina desde el periódico ¡Tierra!, siendo posteriormente expulsado hacia España. Allí se entrega a la lucha revolucionaria compartiendo tribuna en los mitines con Durruti, Garcia Oliver y otrxs.
Tras el estallido de la revolución de 1936 acompañó a Durruti en su columna y se destacó en el Comité de Guerra. Participó en diversos congresos y viajó en representación de la Columna Durruti a la Unión Soviética, con la intención de poder conseguir armas, leyendo allí la carta de Durruti dirigida al pueblo ruso.
Tras la muerte de Durruti, conforma el grupo “Los Amigos de Durruti”, la agrupación más intransigente de la CNT-FAI sosteniendo la necesidad de luchar tanto contra la burguesía fascista como contra la burguesía republicana.
Peleó hasta el fin de la guerra civil, y de allí marchó al exilio en Santo Domingo y Panamá. Al final de 1943 regresó clandestinamente a Francia y colaboró con la reconstrucción del Movimiento Libertario Español, encargado de organizar los pasos clandestinos a España en una Francia ocupada por Hitler.
El aguerrido secretario del Sindicato del Automóvil y de la Federación Obrera Regional Uruguaya murió el 17 de febrero de 1947 víctima de la tuberculosis, luchando hasta el último de sus días, como administrador del periódico “CNT”.