La liturgia que acompaña la manifestación en recordatorio de «las víctimas» de la dictadura siempre tensiona nuestros ánimos. Por principio unx respeta las diferentes manifestaciones que la gente haga, más cuando se levanta la voz (que no parece ser el caso) para en un mismo momento recordar y reflexionar acerca del autoritarismo y la resistencia.
De más está decir que entre lxs desaparecidxs había convencidxs demócratas y reformistas de todo pelo cosa que no inhabilita para nada su lucha. Tal vez lo que poco se menciona es a aquellxs muchxs que luchaban por la revolución y que la ritualización política termina ocultando entre el himno, el silencio y la complicidad con el Capital en un relato acomodado.
Quitar los acontecimientos de su sentido histórico tal vez no sea volver a desaparecer los cuerpos pero si invisibiliza su lucha.
Si las luchas de los sesenta y setenta hubiesen sido por la democracia todxs lxs que querían eliminar la explotación de la existencia se convierten en errores. Como ingenuxs, manigiadxs, colas de la época, idealistas, simpáticxs ignorantes y fanáticxs terminan siendo tratadxs todxs lxs luchadorxs. El relato liberal y progre sólo mira su provecho y se caga en la realidad histórica.
La reducción del pasado a un relato tonto nos convierte en tontxs al igual que a lxs desaparecidxs. La instrumentalización política de la manifestación, himno nacional, políticxs, representantes de la explotación, macabrxs títeres del poder estatal y defensorxs del orden impuesto, marchando juntxs, sólo hace patética la jornada.
Quisiéramos una memoria para entender, para homenajear y para fortalecer la búsqueda de una vida mejor, libre y sin dominación. No se puede reivindicar la dignidad de la lucha del pasado aplastando la del presente. Nuestra responsabilidad no sólo está con lxs compas del pasado sino con lxs del presente y futuro.
Hay otra memoria que no intenta ser sectaria sino amplia y profunda, otra memoria que quiere poner sobre la mesa las tensiones, contradicciones y diferencias pero que sobre todo quiere entender para no desnaturalizar la lucha de aquellxs que ya no están. También hay personas que jamás utilizarían a sus muertxs para justificar una explotación contra la cual sus compañerxs lucharon y murieron, pero no es el caso de muchxs izquierdistas.
Aunque les pese a lxs progres, politicxs, alcahuetes acomodadxs, milicos y empresarixs, aún hay una memoria para luchar, aún hay dignidad, aún hay quienes levantarán las banderas de la revolución social contra lxs viejxs y nuevxs explotadorxs, aún hay puños en alto.
Regino Martínez.