>> Oratoria del acto del 1˚ de Mayo de Tierra y Tempestad.

    Somos la expresión de un sentimiento ancestral que recorre las venas de cualquier ser vivo, somos la vitalidad rebelde y salvaje, instintiva, que se afianza en los profundos lugares del sentir animal. Somos ese instinto que todos llevamos dentro, aunque bien guardado lo tengamos. Somos esos segundos de silencio que se apoderan de cualquier mortal cuando dejamos que el viento golpeé nuestra cara ante la orilla de cualquier mar, ante la mirada infinita del horizonte.
    Somos la expresión de algo que no es necesario explicar ni racionalizar, sino de sentir y llevar a la práctica.
    No seguimos ningún jefe que marque nuestros pasos. No adoramos ningún Dios que nos quite la certeza de que somos un simple grano de arena en los desiertos de la existencia, librando nuestro destino a nuestros propios actos.
    Despreciamos la autoridad de cualquier jefe, encargado, delegado o presunto compañero que pretenda imponernos cualquier forma de desenvolver nuestros propios asuntos.
    Sólo respetamos un poder; el poder de la naturaleza. El de los tiempos lentos que maduran sus frutos, en su diversidad inabarcable que contiene todos los elementos para el desenvolvimiento de la plenitud humana y de las especies. En la armonía de su sistema caótico y descentralizado. En la profundidad de de sus inmensidades desbordantes de secretos desconocidos. En la rebelión de sus fuerzas explosivas; huracanes, tsunamis, explosiones volcánicas, lluvias ácidas, rayos solares mortales, llevan su incansable lucha contra la destrucción climática de la ambiciosa tecnología humana.
    Y es la mayor fuerza que poseemos. La confianza en nosotros. La confianza de ser la más alta expresión del triunfo de la vida sobre la industria y el arte de la muerte. El triunfo del apoyo mutuo, la solidaridad y la armonía ecológica y social sobre el arte del dominio, el control y la explotación.


    Somos anarquistas porque sentimos un profundo sentimiento de libertad que creemos no debemos limitar, somos quienes creemos que todo este mundo de lo real no es más que la mismísima mierda. Ni el dinero ni las grandes tecnologías nos parecen imprescindibles para nada.
    Creemos en el poder de la naturaleza, en la necesidad del libre entendimiento humano. Creemos en la necesidad de orientar la sociedad humana hacia fines más elevados y más simples, que prioricen la felicidad colectiva y no el egoísmo mezquino actual.
    Entendemos la anarquía como una forma de vida, por instinto animal nos agrupamos en grupos de afinidad y a través del libre acuerdo y la libre iniciativa. Generamos y fomentamos cualquier tipo de actividad horizontal y libre que tienda a la libertad. Sea en la creación de espacios o momentos de libertad, pequeños agujeros negros del sistema donde se desarrollen actividades tanto culturales, educativas, recreativas, vitales, en definitiva.
    Apoyamos y fomentamos todo tipo de accionar que a la vez que creando y afianzando prácticas libres vaya erosionando, socavando, corroyendo la sociedad actual y golpeando su poder.
    Creemos en la solidaridad como el arma que protege nuestros golpes. En los espacios libres y autónomos como la savia que recarga nuestras energías para poder golpear más duro al día siguiente. En la lucha contra todas las formas de opresión como una necesidad vital. En el desprecio consecuente a esta forma de organización social y quienes reproducen estos valores jerárquicos en sus organizaciones.
    La anarquía no es un partido, ni se reduce a una organización. La anarquía es un sentir, son los lazos de confianza.
    Saludamos y alentamos todo germen anárquico que se produzca desde las cloacas de este sistema para que el día de la insurrección generalizada celebremos la vida sobre las ruinas de esta mentira social
    vemos con expectativa los conflictos llevados a cabo por nuestros compañeros en Grecia, España o Chile. Sufrimos con los compañeros presos en Argentina, Chile o en el rincón del mundo que sea.
    No entendemos cómo esta «primavera democrática» que vivimos brilla en el alma de la gente, mientras las cárceles siguen siendo campos de concentración atiborradas de pobres. Mientras se publicita mediáticamente la caza del pobre. Mientras los adolescentes de nuestra sociedad, jóvenes en la edad más impulsiva y vital, son vistos como la más terrible amenaza a enjaular como bestias o simplemente matar. Así, estos jóvenes queman sus energías en lo único que les ofrece una alternativa «real» a su vida; romper las reglas para robar.
    Hace unos años un compañero que tenía sus dos hijos presos nos decía «esta sociedad mide su bienestar en base a tres elementos: la educación, la salud y sus cárceles». Hoy las tres están en situaciones deplorables, claro, eran años de Jorge Batlle en el gobierno. Hoy el presidente es un ex-revolucionario, los índices económicos están en sus mejores momentos y la democracia es legitimada por todos los medios como el reino de la justicia.
    Sin embargo, la educación está en crisis, fruto del desinterés que todo gobierno capitalista tiene por la educación, la cultura y el conocimiento, fuente de libertad y no de sumisión. Ante las medidas de lucha de los involucrados en el liceo 70, otro ex-revolucionario, Bonomi, responde con balas de goma, palos y detenciones.
    El gran negocio de la salud, el gran negocio de los mata-sanos se encuentra en eterna crisis. Mientras unos se embolsan millones la mayoría de la población sufre la cobarde opresión de quien juega con su vida.
    Los días pasados las cárceles se levantaron en motín, el gobierno de la gente adentro de la cárcel sigue siendo un infierno. Quieren hacer creer que el motín es fruto de la manija de algún narco o un político de derecha. El motín es fruto de la rebelión, es la lava volcánica que estalla. Quien vive su vida bajo la tortura de la más directa opresión cuando tiene la oportunidad de mostrar sus dientes los enseña con saña. Que los políticos lleven agua para su molino es otro tema, es el juego sucio de la política en la que se enredan en maquiavélica orgía los políticos de izquierda y derecha.
    No queremos las cúpulas del poder para cambiar las cosas, no queremos producir un contra-poder que se oponga a su altura para llenarnos en sus vicios planteando una lucha de igual a igual para formarse una nueva opresión. No queremos una revolución para tomar el poder. Queremos ser las bases, los gérmenes, las células que conforman una forma de organización social totalmente opuesta e incompatible a la sociedad actual, a la sociedad mezquina del egoísmo, la opresión y la violencia.
    Aprender a vivir sin autoridad, aprender a vivir sin propiedad, aprender a sentir la confianza en el otro mientras se aprende a darlo todo por los compañeros. Ante esa actitud sólo hay un desenlace posible, como cuando se juntan las mareas frías con las mareas cálidas, como cuando se enredan dos corrientes de viento, como cuando los cielos se nublan y se desatan las tormentas. Tormentas que se deben desatar en nuestro interior, que deben recorrer nuestras venas. Quien no actúa con pasión está destinado a fracasar de antemano.
    Nuestro periódico no es más que una sucia hoja con tinta, pero también es un instrumento más de vínculo entre todos nosotros y nosotras, entre todas las personas de la sociedad.
    Cuanto más periódicos haya en las calles, cuando más muros se pinten, cuanto más se peguen afiches, fajas, se hagan charlas, discusiones, se compartan momentos creativos, cuanto más se accione, cuanto más se responda y se anticipen los golpes del progreso capitalista, más diverso e incontrolable será nuestro acudimiento.
    El poder cuenta con una industria cultural y militar muy superior a nuestras fuerzas, por eso, nuestros golpes, nuestras alternativas deben ser en calidad no en cantidad.
    No queremos implantar el anarquismo, queremos que la sociedad se desenvuelva libremente y por eso seremos enemigos intransigentes de esta sociedad arcaica que no se diferencia en nada de cualquiera de los imperios que han dominado la humanidad y que han caído.
    Somos las fallas del sistema. Somos la fuerza incontrolable de la naturaleza, el caos impredecible de su propia injusticia.
    Hoy, primero de mayo, es un mojón de sangre estancado en la historia. El hecho de que hoy estemos todos acá, el hecho de que años tras años de huelga general universal el poder tuvo que declararlo feriado para que no sea una huelga, es un lazo que nos une directamente con los compañeros que fueron ahorcados en 1887. Sin ellos, si ellos no hubieran luchado hoy no estaríamos acá, al menos no este día. Y eso es un mensaje muy fuerte.
    Hoy existen levantamientos, insurrecciones en distintos lugares del globo. Hoy existen cientos, miles de compañeros en guerra social contra el sistema en distintas latitudes.
    Hoy somos nosotros quienes tenemos la posibilidad de dejarnos llevar por la corriente o vivir nuestra propia vida, horizontal, libre.
    Y siempre en eterno compromiso solidario con los iguales.
    ¡Por la tormenta social! ¡Que estalle la anarquía!
    Salud.