No olvidemos

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Leemos en la prensa que «mientras que el índice general se ubica en el 10%, la incidencia de la pobreza llega al doble entre los menores de seis años, y también supera el promedio en los demás tramos de la infancia.»
No lo olvidemos, sobre todo en estos tiempos de desfile payasesco, en tiempo de campañas de postulantes a amos. No lo olvidemos, porque vienen todas las escusas, vienen todas las justificaciones, todas las fotos donde se abrazan. La izquierda y la derecha del capital, el partido del orden, del Estado. Todos juntitos, todos enfrentados pero que luego comparten el mismo whisky en los salones de la democracia representativa.
«Problemas coyunturales», «vicisitudes del sistema global», y un larguísimo palabrerío para decirte porqué ellos seguirán o pasarán a vivir en Carrasco o renovando una casa en el Prado o en uno de los tantos barrios privados y tu lugar es ir a aplaudirlos. Tu lugar dicen es el de elegir al menos malo, preguntarte luego porque los pibes rapiñan y no tienen ni un dejo de respeto por la vida, o por qué nadie se interesa por la política….
Todos estos profesionales de la representación rezan para que venga algún capital que saquee la tierra y el agua, pero que deje algo de platita, que se coloquen algunos productos más o mantener felices a las cámaras empresariales. Todos estos profesionales de la infamia rezan por mantener fuertes y felices a los cuerpos de represión por si la gilada se levanta enojada, o por si los barrios en vez de implotar explotan. Todos estos profesionales de la política rezan porque los apoyes, que todos esos niños que cada día reproducen en sus cuerpos la pobreza no les afecte su jardín y de paso les sirva para justificar las condiciones que los hace ser privilegiados y mantener el capitalismo intacto.
Sin posibilismos, nosotros no elegimos al amo menos malo o menos cagador, no elegimos amos. No nos interesa qué hagas el día de la votación sino todos los demás días donde tenemos que construir otra realidad. La de un mundo autoorganizado, ecológica, social y políticamente libre donde sea devuelta la capacidad de las personas de decidir sobre sus destinos. Y donde la pobreza de un niño no sea un dato para los debates en la televisión sino una ofensa a toda la sociedad, una vergüenza que debe ser solucionada sin importar qué privilegio debe caer.

C.